Al momento de preguntarte “¿cómo puedo responder mi objetivo general?” puede que tus respuestas sean muchas. En consecuencia, podrías terminar planteando una larga lista de objetivos específicos. Esto es un error ya que los objetivos específicos deben ser concretos y no conviene abrumarse con una gran cantidad de ellos.
El número adecuado de éstos puede variar según la complejidad de la investigación y la amplitud del tema, pero generalmente se recomienda plantear entre 3 y 5 objetivos específicos. Limitar la cantidad de estos objetivos te permite tener un enfoque más claro en los aspectos relevantes de tu investigación, además de que te permite ser más eficiente.
Recuerda que cada objetivo específico debe estar vinculado directamente con el objetivo general y, a su vez, debe ser lo suficientemente amplio como para abarcar diferentes aspectos relacionados con el tema y bastante específico para ser medible y alcanzable en el tiempo y con los recursos disponibles para la investigación.
Tu estudio obtendrá resultados más relevantes y lo llevarás a cabo de manera más eficiente si limitas la cantidad de objetivos específicos a desarrollar.